Emociones y Tazas

Se me ha roto una taza ☕

Concretamente mi taza de Gustav Klimt 😞

Mis primeros pensamientos han sido del estilo a: 

❌ "Podrías haber llevado más cuidado al lavarla" (se me ha roto lavándola)
❌ "Eres una torpe"
❌ "No tendrías que habértela traído a la oficina" (la tengo aquí desde hace un par de años)

Vamos, un amor mi yo interno en este momento 🙄

👩🏻‍🔬 Rápidamente mi científica interior (ese ser que todos tenemos y yo alimento muchísimo en mis pacientes) me ha dicho:

✔ "La lavas todos los días porque la usas todos los días"
✔ "Los accidentes ocurren aunque tengas cuidado"
✔ "Guardada no se habría roto pero no la habrías disfrutado"
✔ "La tienes en la oficina porque la adoras y disfrutar de las cosas que te gustan es una de tus máximas en la vida"

Pues ahí andamos, identificando y gestionando emociones hasta en estos momentos tan "sencillos".

Y si en estos momentos ayuda tanto la inteligencia emocional, imagínate si ayudará interactuando con personas 😂⁣

Efecto Pigmalion

Parece totalmente lógico guardar en nuestra memoria situaciones pasadas y sus consecuencias para utilizarlas como aprendizaje en circunstancias futuras similares. Nos ahorra mucho trabajo mental: intuimos qué esperar de la situación, qué va a ocurrir.

La dificultad viene cuando anticipamos consecuencias de manera muy segura y sin base realista. Esto sería una definición aproximada del sesgo perceptivo que conocemos como profecía autocumplida. El cual suele ir muy asociado a otro conocido como el sesgo de confirmación (sí, ¡hay un montón!), que se trata de fijarnos más en aquellos elementos que confirman nuestra teoría de lo que va a ocurrir.

Imagínate que dentro de una semana tienes que dar un discurso ante 100 personas (situación amenazante para gran parte de la población). Estás convencido de que te temblará la voz, sudarás, tartamudearás… anticipas un resultado desagradable. Estos pensamientos generarán tanta inseguridad que quizá te bloquees y no ensayes lo suficiente. Quizá consideres que ensayar más no cambiará ese nefasto resultado. Quizá la expectativa de fallar te hará sentirte tan nervioso que, efectivamente, la situación será la esperada (profecía autocumplida). Incluso puede que des un discurso genial y recuerdes en mayor medida ese pequeño carraspeo del principio o ese inapreciable titubeo del final (sesgo de confirmación).

Una forma muy conocida de profecía autocumplida es el llamado efecto Pigmalión. En este caso nos centramos en las expectativas hacia los demás.

Se explica muy fácilmente asociado al ámbito educativo. Pongamos como ejemplo una profesora que piensa que un alumno es más inteligente. Sin ser consciente de ello le dedica más atención, lo reta con ejercicios más complejos y, efectivamente, el alumno aprende más y obtiene mejores resultados. Igualmente podríamos aplicarlo a una expectativa negativa respecto de otro alumno. Es decir, las expectativas de la profesora influyen en el rendimiento de los alumnos.

Existen muchísimos ejemplos:

Economía: ¿Qué ocurriría si se difunde el rumor de que una empresa va a quebrar? Si somos accionistas venderemos nuestras acciones y el precio de estas caerán, llegando, efectivamente, a la quiebra de la misma.

También en la gran pantalla encontramos ejemplos de este sesgo. El primero que se me viene a la cabeza es el desenlace de la relación de Anakin Skywalker con Padmé Amidala en Star Wars (no digo más que pocas cosas hay más feas que un spoiler📽️)

¿Y no sacamos nada positivo de esto? ¡Por supuesto, como si no me conocierais!

La cara más positiva de este efecto es que se puede entrenar la anticipación positiva: pensar que aprobaremos ese examen, visualizarnos dando un discurso de manera tranquila… Y como a los humanos nos encanta ponerle nombre a todo, esto se conoce como el efecto Galatea.

¿Y cómo puedo ponerlo en práctica?

Genera dentro de ti a un pequeño científico👩‍🔬: Fíjate en aquellas profecías que no se han cumplido. O si se han cumplido, ¿te has fijado en todos los hechos? Quizá resaltas más la importancia de los que confirman tu teoría. ¡Esto va de ser sinceros!

Qué importante parece ahora tener fe en uno mismo, ¿verdad? Hay que currárselo, obviamente, pero ayuda saber que creer que podrás hará más probable que así sea.

¿Se te ocurren más referencias de historias (libros, cine, series…) que ejemplifiquen el efecto Pigmalión?

Si quieres ampliar información sobre el tema te recomiendo:

 

De Neuroplasticidad y Bosques

“Tiene mucho carácter” “Es una persona celosa” “Siempre llega tarde” “No puede evitar comportarse de esa manera” “Acéptalo, es mi forma de ser” “No me esperaba esto de ti” “Yo soy así”

¿Te suenan? Seguro que las has oído más de una vez. Puede que incluso tú hayas dicho alguna del estilo. ¡Y es lógico! Resulta muy común considerar que la forma en la que actuamos viene definida por nuestra personalidad, forma de ser, carácter… el nombre es lo de menos, lo importante es considerar lo siguiente ¿Puedo escoger activamente comportarme de cierta forma? ¿Elijo lo que siento, pienso o hago? A fin de cuentas, ¿tengo control sobre mi propio bienestar?

La respuesta es sí. Pero, ¿cuál es el primer paso?

Sin duda alguna la llave para el cambio comienza por el autoconocimiento.

Pongamos que te duele la espalda y decides ir al fisioterapeuta. Tras un chequeo te explica que tu postura al sentarte no es la más adecuada. Te recomienda que, las próximas veces que estés sentado, te fijes en la postura a corregir y, en su lugar, te coloques de manera distinta.

 

Al principio va a ser un engorro pero, poco a poco, irás acostumbrando a tu cuerpo, de manera activa, a sentarse de una forma más saludable hasta que, la mayoría de las veces, te sientes en la nueva postura casi sin pensar, hasta que se convierta en tu nuevo hábito. Pero, ¿Por qué son tan difíciles estos pequeños cambios? ¿Qué ocurre a nivel cerebral?

Imagina que tu cerebro es un bosque. En él hay caminos que has recorrido muchas veces, son conocidos, fáciles, de tanto transitarlos están muy bien delimitados. Son caminos de tierra anchos y cómodos en los que ya no queda vegetación y por los que te resulta muy sencillo andar. Caminas por ellos sin darte cuenta, de manera automática.

Crear otro camino (nuevos hábitos) es difícil. Habrá que sacar el machete y cortar algunas enredaderas, pero a cada nuevo paso, a cada nuevo desbroce, el siguiente será más sencillo. Poco a poco habrá menos vegetación y veremos más arena. Cada vez que lo recorramos lo haremos más ancho y fácil de transitar.

¡Pero eso no es todo! Además, cada vez que elegimos activamente el camino nuevo estamos no escogiendo el antiguo. Y a ese camino de tierra que nos era tan conocido pero ya no nos sienta bien le comienza a salir vegetación.

Algo así sería la neuroplasticidad: nuestro cerebro, a cada aprendizaje, cambia estructuralmente. Los caminos neuronales que más utilizamos pasan a ser más estables, más anchos y rápidos. Pero si dejamos de usarlos generando otros nuevos, los antiguos se van debilitando y hasta pueden llegar a desaparecer. ¿No es precioso?

Al igual que modificar una pequeña postura hace que mejore nuestra espalda podemos extrapolar este ejemplo a otras conductas o pensamientos que no nos están sentando bien y queremos cambiar, reducir o sustituir por otros: aprender a comunicarnos de manera más efectiva, a ser menos celosos, más puntuales, más sociables...

El machete que nos ha venido bien en el bosque no es otra cosa que esa herramienta que hemos aprendido en terapia y nos ayuda con el desbroce.

Por lo tanto, el autoconocimiento nos otorga la capacidad para generar nuevos cambios. A todo se aprende, ¡a cambiar también!

Ahora, párate a reflexionar: si “ser” de cierta manera no te está sentando bien o te impide avanzar, si no tienes suficientes herramientas para abrir nuevos caminos, es el momento de pedir ayuda a los profesionales de la salud y ponernos juntos manos a la obra.

¡A desbrozar!

Si quieres ampliar información sobre el tema te recomiendo:

 

Terapia Online

¿Qué es?

La terapia online proporciona atención psicológica similar a la terapia presencial pero a través de videoconferencia.

¿A quién va dirigida?

Está orientada a cualquier persona y, además, es muy práctica para aquellas personas que por determinadas circunstancias (movilidad reducida, agorafobia, ansiedad social, residencia en otra comunidad autónoma o en el extranjero, viajes…) no pueden acudir personalmente a la consulta del especialista.

Ventajas:

Además de que no hay que desplazarse, es un servicio con menor coste y mayor flexibilidad horaria. También permite a pacientes que han realizado parte de la terapia de manera presencial, poder continuar con la misma si cambian de residencia, viajan o por cualquier otro motivo.

¿Cómo funciona?

La cita se pedirá como cualquier otra (teléfono, email o pinchando aquí). Nos pondremos de acuerdo en día y hora para realizar la sesión mediante Skype u otra plataforma si no dispones de ésta.

¿Cómo se abona?

La sesión se abonará por transferencia bancaria. Cuando reserves la cita te facilitaré un número de cuenta y el asunto que debes especificar.

¿Qué necesito?

Únicamente necesitarás una buena conexión a internet y una zona tranquila que nos permita realizar la sesión sin interrupciones.